Durante la conferencia de Xbox E3 2018, hizo su aparición Tunic, un juego de aventura isométrico con imágenes coloridas y un gameplay de exploración que inmediatamente nos hizo pensar en otro título de aventuras estelarizado por un personaje que porta una túnica verde. Sin embargo, al jugar este título nos dimos cuenta de que, si bien hay similitudes, Tunic tiene algunas cosas únicas que lo diferencian por completo.
Desperté en la playa de una pequeña isla y tomé el control del zorrito aventurero para subir unas largas escaleras, esquivando agresivos grumos hasta llegar a una pequeña cueva. En el interior encontré un pequeño cofre sin candado que tenía un gran bastón para golpear a los enemigos en la cabeza —exactamente lo primero que hice una vez que salí de la cueva, para convertir esos grumos en charcos viscosos.
Una vez afuera, me aventuré a subir más escaleras y a adentrarme en esta misteriosa isla, luchando contra un número cada vez mayor de enemigos que logré evadir con suficiente coordinación y más golpes de mi bastón, para recoger después las coloridas gemas que arrojaron al morir. Más delante, la isla misma comenzó a resistirse, restringiéndome los lugares por donde podía aventurarme —necesitaba un arma más poderosa para lograr llegar a un área nueva. Cerca de ahí, entré a otra cueva, en donde había algunos cofres más que contenían una afilada espada y un escudo de metal.
Ahora ya tenía todo para enfrentar a un enemigo más poderoso y la isla estaba más que dispuesta a complacerme, pues me puso a un amenazante caballero en mi camino. Después de estudiar su patrón de ataque, esquivar y contrarrestar, me percaté de que la prueba de combate se volvió más desafiante. Conforme exploraba la isla más a fondo, me abrí camino por árboles como esponjas y avancé a través de áreas inexploradas. El combate era cade vez más desafiante y el número de enemigos seguía creciendo durante el demo, combinando grumos con un caballero; después un grupo de caballeros; después otro grupo de caballeros y, finalmente, un caballero aún más grande y más fuerte.
Finalmente, sucumbí, ya que no pude evadir ni vencer a mis enemigos antes de que mi salud se terminara —indicada por dos corazones blancos pixelados en la esquina inferior izquierda de la pantalla. Reaparecí en un santuario cercano, volví sobre mis pasos y me encontré con algunos enemigos que acababan de reaparecer. El objetivo: pelear.
Todas estas aventuras de luchar y recorrer cavernas hasta que me mataran y reapareciera en otro lugar, me mostraron al final que pude haber desbloqueado una escalera para ahorrarme pasos, si tan solo me hubiera tomado el tiempo de explorar el interior de la isla en lugar haberme enganchado con el grupo de enemigos. Me arrepiento de haber subestimado a los cerebros debajo de la capucha proverbial de Tunic, ya que me habría gustado ver más de este gameplay de aventuras basado en acertijos. Espero con ansias la versión final del juego.
Mi demo (y aventura) terminó cuando me enfrenté a un imponente monolito con armas, lo que me indicó que en esta isla podía encontrar más que grumos agresivos y caballeros, sino tal vez una especie de maquinaria mística también. Tendremos que esperar para explorar esta isla misteriosa y el resto de sus secretos una vez que Tunic llegue Xbox One.